Asistimos a la gran gala de presentación de la Guía Michelin 2024 que este año se celebra en Barcelona. La ciudad acoge este evento con todos los honores y con la presencia de los mejores cocineros del mundo y todos los chefs de referencia en la ciudad. El Ayuntamiento y Turismo de Barcelona han sido los principales promotores del evento. No es por menos, Barcelona es hoy la ciudad de España con más estrellas Michelin.
Una noche de estrellas con la dosis necesaria para recuperar el orgullo y la autoestima por la ciudad. Orgullo de lo que somos y de lo que somos capaces de hacer. La ciudad tampoco puede ser ajena a las críticas recurrentes sobre qué impacto directo generan este tipo de eventos o proyectos para la ciudad. Cada día hay más gente que lo pasa mal y todo cuesta más y es más difícil. Quienes levantan cada día la persiana son muy conscientes de ello.
Sin embargo, debemos cuidar la marca Barcelona, su reputación y la notoriedad internacional que genera, gracias a actores importantes de la ciudad como el Barça, La Boquería, la Sagrada Familia, la Pedrera o el Park Güell, por citar algunos ejemplos icónicos. Intangibles que generan marca pero también riqueza, actividad económica y, por tanto, progreso social.
La oportunidad que nos ofrecieron los Juegos Olímpicos para proyectar Barcelona fue un gran paso. Durante muchos años hemos vivido de este legado y, me atrevería a decir, de la inercia de la buena imagen que dejamos en el mundo.
Hoy vivimos tiempos inciertos, todo cambia muy rápido y, ciertamente, hay una competencia feroz por el talento. Nuestra ciudad debe seguir en la liga de los primeros. Cuando ganas alguna estrella Michelin, los restauradores afirman que lo difícil es mantenerse a este nivel y hacer sostenible el negocio de la restauración.
Barcelona ha ganado tiempo atrás muchas estrellas Michelin y las ha sabido conservar. Pero siempre vienen nuevos retos para generar nuevas ilusiones, como acoger la Copa América de Vela en el año 24; seguir siendo la capital mundial del Mobile o recoger la responsabilidad de erigirse en capital mundial de la arquitectura en 2026; preservar un turismo sostenible y de calidad, e invertir en investigación, desarrollo o innovación digital. Hoy, sin embargo, con esto no es suficiente.
La firme apuesta por tener el mejor talento, mejorar nuestra competitividad y eficiencia en el sector público y privado son algunas de las batallas del presente. También lo es recuperar el sentimiento tan nuestro de colectividad, creyendo en una verdadera colaboración público privada. Los recursos son limitados. El individualismo y la fragmentación no suma en ninguna sociedad, organización o empresa. Cuidemos entre todos la marca Barcelona, como aquel que trabaja por su proyecto u horizonte personal y lo hace de forma sostenida, colaborativa y con ilusión.