El verano de 2014 podrá ser recordado de muchas maneras. Entre otras, por las tempranas lluvias torrenciales, las dimisiones y abdicaciones, el hundimiento del Barça y la selección española, la irrupción de nuevas formaciones y nuevos movimientos sociales, la ruptura de los equilibrios parlamentarios tradicionales y la imputación judicial de altos personajes de la vida pública.
Apenas superada ka verbena de sant Joan y el solsticio de verano, que señala el momento de echar a la hoguera los trastos viejos, renovar energías y adorar al sol, que es la vida, nos atenaza ya la impresión de enfrentarnos a un segundo semestre en el que las sorpresas pueden ser aún mayores.
Tendremos, por lo tanto, que seguir alimentando la llama, mantener tensas nuestras mejores ilusiones personales y profesionales y sacudir bien lejos las tinieblas, porque la lucha será larga y la crisis aún no ha sido definitivamente vencida. Pensar lo contrario sería el peor de los errores. Los ciclos no terminan, se invierten.
Feliz verano!