Hay quien actúa como si el pesimismo, la desconfianza y, en definitiva, el derrotismo, fueran prueba definitiva de pertenencia al selecto club de los más listos de la clase. Son gente que suele metabolizar acríticamente versiones cercanas y atacar sin reparos a aquellas que no identifican como propias.
Se trata de estados mentales que rechazan la realidad y desembocan, según subraya el profesor José-Francisco Jiménez-Díaz, de la Universidad Pablo de Olavide, en aislamiento, individualismo y, en definitiva, melancolía.
Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la desconfianza no ha parado de crecer desde el año 2008, sobre todo en los países del sur de Europa. Sus responsables serían básicamente los principales agentes emisores de opinión pública. Es decir, los partidos políticos y los medios de comunicación de gran alcance.
¿Qué estrategia convendría seguir para superar esa tendencia?
¿Estrategia? Como recuerda “Incubadora despegue”, el general norteamericano Omar Bradley, ya dijo en plena Segunda Guerra Mundial que “los aficionados hablan de estrategia y los profesionales, de logística”. Que traducido al lenguaje de la comunicación, significa que tener ideas brillantes es muy meritorio, pero que lo que importa de verdad, es informar correctamente de ellas para que lleguen claramente a todo el mundo.
La dificultad podría residir en el hecho de que la información es un producto que hay que fabricar con honestidad, con materias primas de buena calidad (talento profesional), envolver de forma atractiva (diseño), proyectar adecuadamente en el mercado (marketing) y hacer llegar al consumidor de forma rápida y accesible (distribución).
Nadie dice que sea fácil, pero sólo así será posible recuperar la confianza, evitar el aislamiento, y en definitiva, evitar la melancolía.
¡Feliz mes de mayo!