Comienza un año que probablemente recordaremos durante el resto de nuestras vidas. Un año de contradicciones, en el que tanto la tensión económica como la tensión política alcanzarán más y más grados de una presión que puede llegar a ser muy alta. Keep calm! Sea cual sea el resultado final, si es que llega a darse, tenemos el consuelo de saber que el sistema se ha dotado de recursos suficientes para regenerar su propia decadencia.
Hace unos días, en el entierro de Carles Güell, Borja García Nieto recordaba una de las mejores sentencias del fundador del Cercle d’Economia: «para alcanzar un objetivo hace falta un grupo de personas decididas a dedicar sus mejores energías a ello». Es decir, una vanguardia. Él organizó una en pleno franquismo, cuando para la gente de su entorno era mucho más fácil dejarse llevar que no nadar en contra de lo establecido. Otros, como Jordi Pujol, Joan Reventós o Antoni Gutiérrez Díaz, organizaron otras.
Todas las vanguardias sirven para avanzar, aunque sea a velocidades distintas. Pero poco avanzarían sin una gran retaguardia detrás dispuesta a tejer redes silentes de solidaridad, a crear nuevas oportunidades y a tragarse las quejas para evitar distraerse del trabajo.
Y eso lo tenemos. Y sea cual sea el resultado final de todo ello, lo seguiremos teniendo. Se llama sociedad civil catalana. Y la hacemos entre todos.
Feliz año a todos.