Miguel Angel Aguilar es un hombre sagaz y versado, que, aun siendo madrileño, maneja con pasmosa facilidad una envidiable ironía, fina y casi británica, mientras observa el mundo con su mirada sabia y franca, ora fatigada, ora burlona, tan genuina en aquellas gentes dotadas de una gran capacidad de comprensión, incluso de las ideas ajenas.
Físico antes que periodista, su química personal le llevó a trabajar en un periódico que la dictadura hizo volar literalmente por los aires, el diario Madrid. Fue procesado por el TOP (Tribunal de Orden Público) por haber escrito una editorial y luego trabajó en Cambio 16, fue director del Diario 16 y de la agencia Efe y ha colaborado y colabora en muchos medios, generalmente vinculados al Grupo Prisa. O sea, que sabe un web, está claramente ubicado y yo les acabo de ahorrar a ustedes una visita a Wiquipedia.
Todo esto viene a cuento de un espléndido artículo publicado ayer en El País y recogido por InterMèdia en su revista diaria de Club de Prensa, que no tiene desperdicio.
El artículo se llama «El agente excitador» y empieza con una cita del profesor Hernando que dice que «la sensibilidad tanto de los sentidos como del intelecto es proporcional a la derivada por el agente excitador». Ya habíamos quedado en que Aguilar es físico. Por lo tanto no es de extrañar que yo, de letras de toda la vida, lo haya tenido que leer despacio y un par de veces.
No es que ahora vaya a contarles cómo acaba: tienen ustedes la satisfacción de su curiosidad al alcance de un clic. Pero sí podemos avanzar que el columnista establece cierta comparación histórica entre la actual (e insólita) guerra que libran El País y el Mundo a costa de la figura del presidente Zapatero, en un campo de batalla en el que ambos parecen confundidos de bando, y la relación que se libró en su día entre el presidente Suárez y el propio País.
Pronostica además Aguilar un «momento de zapaterismo subido» en el diario de «Jota Pedro» (sic) y anuncia la próxima aparición de un «libro esclarecedor» sobre tan controvertido personaje. Se aproximan , pues, grandes batallas, que se vendrán a sumar a esa gran guerra de los medios que lleva años vigente.
Veremos cómo reacciona hoy el mundillo madrileño y qué grado de excitación alcanza el país. Aunque la verdad es que todo el mundo y todo el país parece sumido en un estado de excitación permanente.