Los Juegos Olímpicos de Barcelona marcaron un antes y un después en la historia de nuestra ciudad. Fueron también una gran oportunidad de transformación y apertura al mar. La construcción de una nueva fachada marítima nos hizo valorar el privilegio de vivir en una ciudad mediterránea y que goza de una magnífica calidad de vida. Su clima, su gente, los colores, las costumbres, las tradiciones compartidas, nuestra gastronomía… Lo tenemos todo, como diría Joan Dausà.
Y tenemos legados que también son grandes activos para el futuro, como fue la construcción del Port Olímpic. Un puerto deportivo que hoy se ha convertido en un equipamiento clave para la náutica, los deportes del mar y el barrio de la Vila Olímpica. Un espacio que hoy está en transformación, gracias a la inversión que le dedica el consistorio a través de la empresa Barcelona Serveis Municipals (BSM). Se prepara todo un hub sobre la economía azul y la náutica frente al mar.
Hoy, la economía azul genera miles de puestos de trabajo y riqueza en torno a los mares y los océanos. Supone el 3,8% del PIB de la ciudad y tiene un gran potencial en valores como la innovación, la preservación del medio ambiente y la sostenibilidad. Startups y pequeñas empresas del sector se instalarán en los nuevos locales del Port Olímpic para promover esta nueva industria. Todos ellos acompañados por una importante oferta gastronómica de restaurantes de calidad para todo tipo de público, con vocación de convertirse en una nueva centralidad para todos los barceloneses y barcelonesas.
Esta primavera se recupera el Port Olímpic como legado de futuro, aprovechando también la celebración de la 37a edición de la Copa América en la ciudad. Jóvenes, personas mayores y familias, volveremos a disfrutar de una de las mejores ciudades del mundo desde su primera línea de mar.