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Editorial. ¡Liberemos a todos los monos!

  • 07 Jul 2020
  • Sala de premsa
per Toni Rodriguez Pujol
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Se cuenta que hace seis o siete siglos había un sacerdote que iba siempre con un mono a todas partes, incluso cuando oficiaba ceremonias. Y como el mono nunca estaba quieto, decidió atarlo con una cuerda al pie del altar. Una vez fallecidos ambos, el sacerdote sustituto, por si acaso, siguió oficiando con otro mono atado con una cuerda. Pasado el tiempo, fueron apareciendo grandes tratados filosóficos que explicaban la obligación y el significado místico de atar a un mono en el transcurso de los rituales celebrados en el templo.

«Siempre se ha hecho así», diría un reaccionario. ¿Comunicación defectuosa? Incapacidad de revisar, o cuando menos, relativizar de vez en cuando las propias convicciones?

En cualquier caso, un fracaso intelectual.

Explica Yuval Noah Harari (“Sapiens, una breve historia de la humanidad») que el origen de nuestra especie se inicia en el preciso momento que un remoto antepasado nuestro adquirió la capacidad de pensar. Él lo llama Revolución Cognitiva, origen de nuestra especie y previa a la gran Revolución Agrícola. Probablemente, si aquel tatarabuelo humano no hubiera elaborado el primer silogismo de la historia, nosotros todavía no habríamos descubierto la agricultura, la ganadería y el placer de establecerse en un territorio determinado sin necesidad de ir todo el día arriba y abajo recolectando frutas y verduras y cazando animalitos del Señor.

Pero si aquellos hombres y mujeres no se hubieran comunicado correctamente, no habrían podido compartir informaciones y conocimientos útiles para su supervivencia.

Comunicación, por lo tanto, es progreso.

Y para que el progreso sea real, sería conveniente liberar a todos monos, antes de que sea tarde. Ahora, tras la pandemia, parece un buen momento para hacerlo.

¡Feliz mes de julio!