Una de las primeras cosas que hago cada día después de levantarme es mirar las portadas de los diarios. Generalmente, ya conozco las informaciones que me encuentro porque las he visto o las he oído antes en la tele, en la radio o internet, pero hasta que no las veo escritas en la portada de un diario, aunque sea a través de internet, parece que no me lo acabe de creer. Las miro todas, de derecha a izquierda, de Madrid a Barcelona, y de Paris a Nueva York. La segunda cosa que hago es buscar el chiste del día.
Siempre he pensado que las portadas, junto con los chistes, expresan incluso mejor que los editoriales la línea ideológica de cada medio. Los dibujos, a diferencia de las informaciones escritas, tienen la virtud de sintetizar todo un discurso en una sola idea, y la ventaja de no tener que cumplir el mandato periodístico de contrastarlos con más de dos fuentes. Es, pues, una herramienta informativa -por no decir propagandística- rápida, eficiente y, por tanto, un poco delicada.
Hoy miércoles me he encontrado un buen ejemplo. En la contraportada de un diario conservador aparecía un hombre calvo y sudoroso que cargaba una piedra enorme en la espalda mientras decía: «¡Cariño! ¡Me voy a TRABAJAR «. En la piedra ponía, y aquí está la gracia: «Estado de bienestar».
Es decir, según el dibujante es el estado del bienestar que nos obliga a trabajar como animales para que la administración obtenga recursos para repartir la riqueza, cuidar de enfermos, jubilados y desvalidos, y enseñar a los niños a hacerse mayores. Nada que decir de especuladores, prestamistas, evasores de divisas, delincuentes fiscales ni de altos funcionarios del estado-pródigos en gastos de representación-, salvo los funcionarios autonómicos que, estos sí, deben estar al acecho de no pasarse. Es realmente impresionante la cantidad de cosas que se pueden decir o dejar de decir en un simple dibujo de prensa.
Y es que los chistes, los carga el diablo.