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Cocinar un plato de huevos fritos con tocino (dicho de otro modo, bacon) es imposible sin la participación previa de, como mínimo, dos personajes. Uno sólo está implicado: la gallina que puso los huevos y que los puede seguir poniendo en otras cestas. El otro está realmente involucrado y se lo juega todo a una sola carta: el cerdo que se ha dejado la vida.
Extrapolar la fábula en el mundo de la empresa, al mundo de la política, el mundo del deporte y el mundo en general, es demasiado fácil, por lo que no lo haremos.
Pero lo que quizás sí que vale la pena es observar cuáles de las iniciativas que se nos proponen cuentan con gente involucrada de verdad y cuáles no. Más que nada, para saber si nos tenemos que implicar. Y, como decía la Trinca parodiando Raimon, «tú ya me entiendes …».