Hace un montón de años conocí a una señora muy anciana, vecina mía, que decía que no se quería morir nunca porque cada día aprendía algo nuevo. Al final se murió, claro, pero con su capacidad de sorpresa y de continuo aprendizaje intacta. Es posible incluso que en el último momento se enfrentara a la gran duda final con la ilusión de tener la posibilidad de resolverla. Hoy me he acordado de ella leyendo un artículo del académico Luis María Anson, a quien siempre le tendré que agradecer su capacidad de sorprenderme una y otra y otra vez. Hoy escribe un artículo en El Mundo en el que dice que «la gente está que brama».
Hombre, como noticia quizás no vale, pero si tenemos en cuenta que no es una noticia sino un artículo de opinión, que tiene como destinatario al presidente del gobierno español, que su tesis no carga contra Zapatero sino contra Rajoy, y que lo que dice el señor Anson en El Mundo es como si lo dijera El Mundo y su circunstancia…, entonces sí hay tema.
Veámoslo. La tesis principal del artículo es que Rajoy pasa de los diarios, del on line y de la opinión pública en general, tanto si está publicada o no. Ya lo sabíamos. Aquellos que lo conocen desde hace años saben que hay muy pocas cosas en este mundo capaces de alterar realmente al señor Rajoy. Tan pocas que nadie sabe cuáles son.
Pero quien parece realmente alterado es el señor Anson y, probablemente, el señor Ramírez, quien suele estar mirando por encima del hombro del señor Anson cuando este escribe sus artículos. Sino no se entenderían frases como estas:
“Ha perdido ya mucho tiempo y el clamor de hostilidad hacia su persona crece de forma vertiginosa».
“Pero todavía está a tiempo de contener la hemorragia».
“No puede continuar bizqueando”.
¿Qué pasa, Dios mío, ¿qué pasa? ¿Qué quiere decir el señor Anson? Para entenderlo, hay que releerlo más despacio. Yo, a la tercera, ya lo he entendido: lo que le duele al señor Anson es que el señor Rajoy se pase por el forro sus artículos.
Yo también creo hace mal. Son impagables.