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Spanair: un par de preguntas

  • 03 Feb 2012
  • Opinión
per Toni Rodriguez Pujol
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Policías y periodistas, es decir, dos de las tres profesiones que empiezan con «p» más básicas y antiguas de la humanidad, dicen que cuando hay una mala noticia y se quiere saber cómo se ha producido, conviene preguntarse a quién beneficia.

La noticia es que Spanair se ha colapsado. ¿Es una mala noticia? No para todo el mundo. Lo es para los viajeros que han comprado billetes de avión que ahora ya no vuelan; lo es para sus más de 2.000 trabajadores directos; lo es para sus más de 2.000 trabajadores indirectos; lo es para sus accionistas públicos y privados; lo es para el aeropuerto de El Prat que se queda con un gran estadio de fútbol sin equipo titular; lo es para Barcelona, que se queda sin su principal animador de conexiones interoceánicas; lo es para Cataluña, cuya economía se queda sin tantas esperanzas de conectividad directa como tenía antes.

La noticia es que Spanair se ha colapsado. ¿Es una mala noticia? No para todo el mundo. Lo es para los viajeros que han comprado billetes de avión que ahora ya no vuelan; lo es para sus más de 2.000 trabajadores directos; lo es para sus más de 2.000 trabajadores indirectos; lo es para sus accionistas públicos y privados; lo es para el aeropuerto de El Prat que se queda con un gran estadio de fútbol sin equipo titular; lo es para Barcelona, que se queda sin su principal animador de conexiones interoceánicas; lo es para Cataluña, cuya economía se queda sin tantas esperanzas de conectividad directa como tenía antes.

Entonces, ¿para quién es una buena noticia? No creo que necesiten leerlo. Básicamente, es una buena noticia para los competidores de Spanair y para sus animadores; para las compañías aéreas, cargadas de subvenciones, que la han denunciado a Bruselas; para quienes quieren convertir El Prat en una terminal más del gran aeropuerto interoceánico de Madrid; lo es para los rivales económicos y políticos de Barcelona y Cataluña, y lo es para los adversarios empresariales de las personas que han creído en el proyecto y se han dejado la piel.

Poner nombres no es muy difícil. Descalificar el proyecto, ahora que ha tenido que suspenderse, es muy fácil.

Pero hay más preguntas que hacer. Hoy sólo dejaremos planteadas unas cuantas. Formularemos 7, que es un número bíblico.

1. – ¿Qué le ha faltado a Spanair, financiación o capital?

2. – ¿Spanair era un sueño nacionalista o un proyecto económico y empresarial?

3. – ¿Las denuncias a Bruselas han animado o han desanimado a los posibles inversores de Spanair? (Inversores, no financiadores)

4.- ¿El anuncio del gobierno español de aplazar la privatización de El Prat y de sumarlo al proyecto de Barajas, impidiendo la libre competencia entre ellos, ha beneficiado o ha perjudicado la operación?

5.- ¿La operación de compra de hace tres años (antes de la entrada del actual equipo directivo) estuvo bien o mal planteada?

6.- ¿Las últimas negociaciones con Qatar quién las condujo?

7.- ¿Y ahora, qué?

Pues ahora, lo de siempre: levantarse del suelo y volver a caminar.

Ya estamos acostumbrados.